Contenido publicado en el blog "atilanov" el 15-8-2011
9.9 De St. Jean de Pie de Port a Roncesvalles
El ritmo y la carga de cada cual
9.9 De St. Jean de Pie de Port a Roncesvalles
La transmutación del dolor
Según explica E.Tolle en su libro, cuando se consigue acabar con el sufrimiento, cuando dejamos de permanecer en el dolor y pasamos al estado de "conciencia", la atención consciente sostenida corta el lazo entre el cuerpo del dolor y sus procesos de pensamiento y efectúa el proceso de la transmutación. Es como si el dolor se volviera combustible para la llama de la conciencia. Cuando dejas de juzgar, de analizar y de identi-ficarte con el dolor, el sentimiento de dolor y sufrimiento no llegan a convertirse en pensamiento. Entonces nos volvemos observadores de nosotros mismos y adquirimos la consciencia, nos convertimos en el observador silencioso de lo que pasa y no consumimos energía, lo que retroalimenta nuestra con-ciencia y recarga nuestra batería para afrontar cualquier reto.
Es por esto que, a pesar de no haber dormido demasiado y de tener por delante una etapa muy dura, me siento perfecto, tranquilo y con unas tremendas ganas de afrontar el reto del día. Los Pirineos no me asustan, son mis amigos y disfrutaré mucho de esta etapa ¡estoy seguro de que va ser un gran día!
El desayuno con Jeanne y Eckhart Tolle
Nada más levantarnos ya está Jeanne dándonos ánimos “a su manera”: primero una suave regañina porque al llegar se encontró varias luces encendidas y después un estupendo desayuno y muchas risas. La terapia perfecta, el palo y la zanahoria… y, como anoche, “menos parler y más manger”… ¡esta Juana es todo un carácter!, como la gitana del cuadro de Isidre Nonell.
Lo del “menos hablar y más comer” iba especialmente dirigido a mí, que estaba compartiendo con mis compañeros de viaje para esa jornada, lo que había leído en relación con el sufrimiento. Mientras intentaba desayunar, lentamente, iba traduciendo al inglés unos párrafos del libro de E.Tolle que profundizan en ese tema:
El sufrimiento pasado: Disolver el cuerpo del dolor
Mientras seas incapaz de acceder al poder del Ahora, cual-quier dolor que experimentas, dejará un residuo de sufrimiento que permanecerá en ti. Se funde con el dolor del pasado, que ya estaba allá, y se aloja en tu mente y en tu cuerpo. Esto, por supuesto, incluye el dolor que sufriste cuando eras niño, causado por la inconsciencia del mundo en el que naciste.
Este dolor acumulado es un campo de energía negativa que ocupa tu cuerpo y tu mente. Si lo consideras como una entidad invisible con derecho propio, estarás bastante cerca de la verdad. Es el cuerpo del dolor emocional. Tiene dos formas de ser: latente y activo. Un cuerpo del dolor puede estar latente el 90% del tiempo. Sin embargo, en una persona profundamente infeliz puede estar activo hasta el 100% del tiempo. Algunas personas viven casi completamente a través de su cuerpo del dolor, mientras otras pueden experimentarlo solo en ciertas situaciones, tales como las relaciones íntimas o situaciones ligadas a pérdidas o abandono en el pasado, heridas físicas o emocionales etc. Cualquier cosa puede dispararlo, especialmente si resuena con un patrón de dolor de tu pasado… cuando está listo para despertar de su etapa latente, incluso un pensamiento o un comentario inocente, hecho por alguien cercano a ti, puede activarlo.
El ritmo y la carga de cada cual
La etapa más dura del camino. Se sale a una cota de 150 metros y hay que subir hasta 1.400 metros, un desnivel de 1.250 m. en unos 20/22 Km. Inicio la marcha sobre las 08:05 y me llevo en mi cámara la primera foto caminando -gracias Andree- hacia la puerta de España, que es la salida de la ciudad en dirección a Roncesvalles. A mis compañeros les digo que yo parto y que iré a mi ritmo. La subida es dura y continua y voy muy cargado. Tengo que encontrar un ritmo adecuado, avanzando despacio para conseguir aguantar bien toda la subida. Recordaba una frase que había leído en uno de mis libros favoritos: “Debes aprender que nadie avanza cargando con otro, ni siendo arrastrado por los demás”.
Durante la jornada la meteorología va cambiando. Salimos casi de noche, con una temperatura suave, al rato el sol nos mostró un bonito amanecer e hizo subir algo la temperatura, después, conforme vamos subiendo, surge el viento que nos dificulta un poco la marcha y cuando llegamos a una altitud de unos 1.000 metros nos metemos en las nubes, notamos el agua de la nube y empezamos a sentir frío.
Es el momento de protegerse más. Busco en la bolsa, me abrigo bien, sobre todo las orejas, y sigo subiendo. Mis compañeros van muy por delante y se llevaron el pan... apelo a su conciencia para que en algún punto del camino esté mi parte para poder comerme la latita de sardinas que traje desde casa y tengo reservada para esta etapa.
El compañerismo
Conforme voy subiendo, veo indicios del paso de los compañeros (una botella de plástico, vacía, me indica por donde sigue el camino). Sigo pensando que para la hora de comer el pan aparecerá, ya no falta mucho y voy rodeado por la niebla. Cuando las marcas del “Camino de Santiago” nos desvían desde la carretera a una senda que sale por la derecha, allí hay un montón de señales y también mis compañeros que estaban a punto de partir. Habían dejado pan y fruta para mí... pero llegué a tiempo para hacer el tramo más duro en su compañía. Fui comiendo la fruta, mientras andaba junto a ellos y nos adentrábamos cada vez más en zonas llenas de nieve, mientras la niebla nos estaba empapando. En ese momento comparto un pensamiento con mis compañeros “¿chirimiri o inmersión en la nube?” A la pregunta de si llovía, los tres dijeron que sí, pero después de mi argumentación rectificaron su primera afirmación y estuvimos todos de acuerdo: no estaba lloviendo, estábamos fusionados con la nube y por eso notábamos el agua, sobre nuestros chubasqueros y nuestros cuerpos... los peregrinos fundidos con la nube compartiendo un espacio físico sobre los Pirineos, en lo más alto, camino de Roncesvalles.
Y así, poco a poco, entre charlas y fotos, nos vamos acercando a España. Íbamos charlando Yanko y yo de nuestras cosas, de nuestras vidas, cuando me avisa de que estamos entrando en España (cartel que indica que llegamos a Navarra). Justo en ese momento yo le iba contando mis vaca-ciones del verano pasado en Navarra. Un poco más adelante aparece un refugio donde me quedé a reponer fuerzas. Mis compañeros siguieron hacia Roncesvalles, aunque no fue fácil convencerles de que debían irse, si eso era lo que querían, y de que yo podría perfectamente seguir solo más tarde.
El refugio y los nuevos compañeros
Voy a buscar una camiseta para ponerme ropa seca y me percato que he perdido un montón de cosas: camiseta de manga larga, camiseta de manga corta, protector de cuello, un par de guantes... Lo solucioné poniéndome otras prendas que llevaba en mi mochila y a continuación me comí el bocadillo de sardinas. Cuando ya me disponía a marchar, justo cuando estaba colgándome mi equipaje, oigo voces y salgo a ver quién viene. Allí empiezan a aparecer algunas de mis cosas; de entrada un guante de los perdidos viene protegiendo la mano izquierda de una de las tres chicas que acaban de salir de la nube. Enseguida aparece el otro guante y Fernando, el marido de una de las excursionistas. Son habitantes de la zona que están haciendo una caminata a través de las sendas del “Camino de Santiago”, las mismas que utilizó Napoleón para invadir España en el siglo XIX.
Con Fernando, un estupendo compañero de camino, inicié la bajada hacia Roncesvalles. Fuimos charlando de nuestras vidas, de mi transformación a través del camino y de la lectura del libro de E.Tolle... y le fui convenciendo del gran poder del mismo.
La llovizna nos animaba a avivar la marcha y fuimos dando buena cuenta de los kilómetros que nos separaban de Roncesvalles. Este paso, a través de los Pirineos, fue durante mucho tiempo el único disponible para atravesarlos y por aquí entraron en la península ibérica los diferentes pueblos que se establecieron al lado sur (la actual España): los celtas, los bárbaros y los godos.
También a través de este paso penetraron ejércitos con unas u otras intenciones, como el dirigido por Carlomagno en un intento de frenar el avance de los árabes. A continuación se recogen algunos datos de este hecho:
Una ojeada a la historia: Carlomagno y Roland
En el año 778, Carlomagno encabezó una expedición contra Abderramán I, el califa de Córdoba y llegó hasta las puertas de Zaragoza. Sin embargo, debido a la presencia de los ejércitos omeyas en la ciudad, sufrió una derrota y tuvo que regresar a sus territorios.
A su paso por Pamplona (capital de los vascones), Carlomagno aprovechó para reducirla a escombros y después se dirigió a Roncesvalles. Pasado Roncesvalles, entre el puerto de Ibañeta y la hondonada de Valcarlos, el 15 de agosto del año 778, cuando la mayor parte del ejército de Carlomagno ya se había alejado hacia Saint Jean de Pie de Port, los que habían quedado en la retaguardia fueron atacados por los vascos y gascones navarros y la mayoría fueron aniquilados; entre ellos se encontraba el conde Roland, protagonista del famoso poema “La Chanson de Roland”, que magnificó este hecho. El mencionado poema épico rebosa patetismo y es una continua exaltación del sacrificio de la vida en aras de la fidelidad y el deber.
El mensaje de ese poema está alineado con el de la iglesia de la época: el ser humano debe ofrecerse en sacrificio como lo hizo Cristo. La cruz es la meta y el sufrimiento el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario