Contenido publicado en el blog "atilanov" el 27-7-2011
Según dicen los telediarios, parece ser que el autor de la masacre Anders Breivik, había escrito un documento de 1.500 páginas justificando su lucha contra el islam y la inmigración.
No es casualidad que en ese manifiesto hayan encontrado alusiones a los Templarios como ejemplo a seguir para acabar con el enemigo... Volvemos a la historia de la guerra de las religiones y a la aniquilación del otro, del infiel... renacen las cruzadas y los caballeros Templarios. Lo único que aprendemos de la historia es la forma de cometer los mismos errores ¿Por qué será?
Quizá puedas encontrar alguna razón en la lectura del texto que incluyo a continuación y que ya tenía preparado desde hace algunos días para incluir en el libro que estoy escribiendo sobre "Mi camino y los Caminos de la Historia":
Una ojeada a la historia: Los Templarios
La iglesia católica, que en sus orígenes era pacifista, con el transcurso del tiempo fue modificando su ideología sobre la guerra y en tiempos de las cruzadas, finalmente, se decantó claramente por utilizar la violencia para defender sus creencias y sus lugares santos. Ya siglos antes, San Agustín y San Ildefonso habían ido propiciando el cambio de estrategia hacia la “guerra justa”, si esta servía para defender a la Iglesia. Al referirse a la Iglesia, lo que realmente querían decir era: las posesiones del papa y los bienes eclesiásticos.
Al llegar las cruzadas, la “guerra santa” adquirió un valor añadido para los contendientes, ya que se les perdonaban los pecados y se les abrían las puertas del paraíso si morían en combate.
Fue en este contexto en el que surgió la primera Orden militar, “Los Templarios”, fundada en Jerusalén en 1120 por Hugo de Payens y 8 caballeros más. Justo un año antes, había ocurrido una matanza sobre los cristianos que se dirigían a Jerusalén y este hecho motivó que los líderes cristianos de Tierra Santa decidieran crear una fuerza de choque que garantizara la seguridad de los peregrinos.
Después de ser reconquistada Jerusalén por los cruzados, el año 1099, el flujo de peregrinos hacia los Lugares Santos se había reanudado, pero los caminos para llegar no eran seguros, como pronto se pudo comprobar por el episodio ya indicado.
Los caballeros que se unieron a Hugo de Payens, se declararon servidores del Santo Sepulcro y se atribuyeron la misión de defender los Santos Lugares frente a los infieles musulmanes. Balduino II, rey cristiano de Jerusalén, inicialmente colocó a la orden bajo su protección y les entregó la mezquita de al-Aqsa como sede. En esa misma zona había estado anteriormente el templo de Salomón y de ahí su nombre, que originalmente era: “Los pobres caballeros de Cristo y del Templo de Salomón”.
Prometieron cumplir los votos de “pobreza, castidad y obediencia” y pusieron como condición someterse exclusi-vamente a la autoridad del papa. Pronto se les unieron muchos más caballeros, que en esos tiempos se apuntaban a las Órdenes religioso-guerreras que surgieron: Los Templarios y los Hospitalarios. A los Templarios, en 1129 se les concedió el reconocimiento oficial en el Concilio de Troyes y los caba-lleros de la Orden quedaron sometidos a una regla que redactó al efecto San Bernardo, entonces abad del Císter, que recogía las normas a cumplir y su organización, fijando el doble carácter de la Orden: religioso y guerrero.
Los Templarios no solo actuaron en Tierra Santa, sino que intervinieron en otros lugares, por ejemplo en España, donde ayudaron en la reconquista y construyeron un gran número de fortalezas y castillos:
-En 1148 intervinieron en la Reconquista española en la zona de Cataluña, lo que les aportó tierras en Tortosa y Lérida.
-En Villalcázar de Sirga (Palencia), antes Villasirga, hubo una encomienda de los Templarios, donde los peregrinos acudían a venerar a la Virgen Blanca, mencionada en las cantigas de Alfonso X el Sabio.
-También intervinieron en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, en apoyo del rey Rodrigo.
-Entre los castillos sobresale el de Ponferrada, magníficamente conservado a pesar del paso de los años.
En Tierra Santa organizaron la defensa de los reinos cristianos con una red de Castillos donde se refugiaba la población. También amurallaron un gran número de ciudades para evitar los ataques de los musulmanes y resistir los asedios.
Intervinieron en muchas batallas y en algunas sufrieron grandes pérdidas como por ejemplo en Hattin (1187) contra Saladino, donde murieron 230 de los 250 Templarios que participaron en la batalla.
Una vez perdida de nuevo Jerusalén, fueron a refugiarse a San Juan de Acre, de donde fueron expulsados en 1291, al ser asaltada y destruida esa ciudad por los musulmanes. Unos 500 consiguieron escapar y dirigirse a Chipre, que había sido conquistada por Ricardo Corazón de León y se la había vendido a los Templarios. Ese fue el hito que provocó su final, aunque aún pasaron algunos años, durante los cuales, la cúpula de la Orden permaneció en Chipre, aunque la mayor parte de los seguidores residían en suelo francés.
Durante su existencia, los Templarios amasaron una gran fortuna (a pesar de su voto de pobreza), con sus empresas guerreras y especulativas, llegando a convertirse en los ban-queros del papa y de numerosos príncipes y reyes.
En 1305 algunos altos cargos de la Iglesia emitieron las primeras acusaciones contra los Templarios, que se convirtieron a los ojos de todos en los responsables de la pérdida de Tierra Santa.
A la llamada del papa Clemente V, su último Maestre, Jacques de Molay, se desplazó de Chipre a Roma para escu-char las pretensiones del papa, de quien dependían desde su reconocimiento en el año 1129. El papa le hizo partícipe de la decisión de incorporar a los caballeros del Temple a la de los Hospitalarios, a lo que el Maestre Jacques de Molay se negó rotundamente.
En esos tiempos ya estaba en marcha la maniobra del rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, para acabar con los Tem-plarios y hacerse con sus riquezas, con las que liquidaría sus enormes deudas; los Templarios estaban entre sus principales acreedores. Fue en 1307, cuando el rey Felipe IV, inició un proceso contra ellos y el día 13 de octubre, la fecha elegida para realizar una redada simultánea contra la Orden del Temple, en la que participaron unos 50.000 hombres armados. En un solo día, en una acción coordinada, llevada a cabo en todo el territorio francés, fueron apresados unos 20.000 Templarios, aunque solo unos 500 eran caballeros del Temple. Muchos de ellos fueron torturados sin piedad, acusados de cometer actos sacrílegos y heréticos. Recordamos aquí de nuevo, que, el rey de Francia, durante meses, había infiltrando espías en sus filas para preparar cargos contra ellos, como: caer en el pecado de orgullo y avaricia, participar en rituales diabólicos, blasfemar contra Cristo, realizar rituales idólatras y practicar la sodomía.
Los inquisidores intervinieron en el proceso y llegaron a documentar que, en la ceremonia iniciática, a los nuevos caballeros se les obligaba a renegar de Cristo y escupir sobre la cruz; la ceremonia también contemplaba, al parecer, ciertas exigencias físicas, como besar el trasero e incluso mantener relaciones homosexuales. El papa Clemente V, a pesar de estas argumentaciones, nunca condenó a los Templarios, aunque, presionado por Felipe IV, decretó la supresión de la Orden (concilio de Vienne de 1312) y la integración de sus miembros en la Orden de los Hospitalarios, sus adversarios.
Después de bastantes meses y acontecimientos, en 1314 Jacques de Molay, su último Maestre, fue ejecutado en la hoguera, por orden de Felipe IV.
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